Temperatura
Por fin el frío parece ceder en las calles madrileñas. La gente se aligera y se adueña de las aceras, cada vez más luminosas. El bienestar se nota. La luz entra cada vez con más fuerza por mi balcón, me despierta, me aconseja a gritos que me levante de un salto y me ponga a vivir. En pocos días mis hombros y mis piernas sentirán sin empacho la luz del sol. Y ya tengo sueños puestos en Florencia, Roma, Marsella, Marrakesh, Valencia y lo que falta. Ya hasta mis nubes grises cayeron por su propio peso y ni se convirtieron en lluvia, qué mejor. ¿Qué más se le puede pedir a Madrid? Simpleza, simpleza.
11.4.10
5:56 a. m.
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Alguien me dijo hace poco: "Hay cosas en la vida en las que uno no puede elegir y que obligatoriamente te complicarán la existencia, como la enfermedad de un familiar (o la propia), como un accidente de auto o una desgracia natural. Así que en todo el resto, en todo aquello en lo que sí está en tus manos decidir, trata de ser felíz y elige lo que no te complique". Beso
Nuna
11 de abril de 2010, 13:52