Para ellas

Leía Chesil Beach y encontré la versión de Ian McEwan (inglés, 1948) sobre qué es el enamoramiento para las mujeres, o por lo menos el primer enamoramiento. Me pareció interesante, por darle un adjetivo neutro y entendido por todos, y me surgió mucha curiosidad por saber qué tanto nosotras veíamos en el texto algo de nosotras. Ahora no explico mi experiencia, falta de tiempo –un gran café por Callao me espera–, pero no quería dejar de compartirles el fragmento a las chicas a mi alrededor, a ver si algo les mueve. Cualquier parecido con la realidad reclámenle a él, yo sólo reproduzco... Ah, prometo que es la última cita del día...


–¿Así que pensaste que era un flechazo? –dijo él. Su tono era desenfadado y burlón, pero ella optó por tomarle en serio. Las inquietudes que habría de afrontar estaban aún lejos, aunque algunas veces se preguntaba hacia dónde se estaba encaminando. Un mes atrás, se habían declarado mutuamente enamorados, y después de la emoción ella pasó una noche medio desvelada por el vago temor de haberse precipitado y desprendido de algo importante, de haber entregado algo que realmente no le pertenecía a ella misma. Pero fue algo tan interesante, tan nuevo, tan halagador y tan hondamente reconfortante que no pudo resistirse, y fue una liberación estar enamorada y declararlo, y no pudo evitar ir más lejos. […] Enamorarse era revelarse a sí misma lo extraña que era, la frecuencia con la que se enclaustraba en sus pensamientos cotidianos. Cada vez que Edward le preguntaba “¿Cómo te sientes?” o “¿Qué estás pensando?” ella siempre daba una respuesta forzada. ¿Tanto le había faltado descubrir que le faltaba un simple resorte mental que todo el mundo tenía, un mecanismo tan normal que nadie lo mencionaba siquiera, una inmediata conexión sensual con la gente y los sucesos, y con sus propias necesidades y deseos? Todos aquellos años había vivido aislada dentro de sí misma y, extrañamente, también aislada de sí misma, sin querer nunca mirar atrás ni atreverse a hacerlo. En la sala resonante de suelo de piedra y gruesas vigas bajas, sus problemas con Edward ya estuvieron presentes en los primeros segundos de su encuentro, en el primer intercambio de miradas.

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