Atardeceres

La tarde no podía ser mejor. El sol brillaba, pero no comía la piel, y el viento refrescaba sin despeinar. Estaban en silencio, sólo ellos. Era la primera vez que se encontraban totalmente solos desde que se conocieron. De repente él comenzó a hablar, pausadamente, para ella. Olvidémonos de Norteamérica y Sudamérica y de su futuro, olvidémonos de todos. Si aceptas, te regalo parte de mi sueño y nos quedamos aquí. Encontraremos un lugar donde dormir que tenga una ventaja por pared, para que lo oloroso de lo verde entre por las mañanas, incluso antes que la luz. Quedémonos aquí, aunque la arena de la playa no sea fina, así, al sentirla, nos recordará que estamos tocando el suelo y esto es real. Dejemos que todos vuelvan y quedémonos aquí, aunque no conozcamos la lengua, y te prometo que si aceptas te toco la mano por primera vez, sin discursos de pretexto, y hasta te digo lo que veo en tu cabello y lo que me haces sentir cuando me ves, o cuando te leo. Quedémonos aquí, vas a ver que si estamos juntos se nos olvida rápido que veníamos con recuerdos, y te prometo que te hago fuegos artificiales, como los que te conté la otra noche. ¿Lo recuerdas? Ella se quedó como piedra, con todo y vestido de florecitas. Desde la primera vez que lo escuchó hablar soñó con el momento en que le dijera algo más que lo convencional, y ahora que él lo hacía se le acababan las fórmulas para reaccionar. Entonces le dieron unas ganas endemoniadas de tocarle la cara con las dos manos y besarlo de una vez por todas, para ver a qué sabía. Y el sentimiento de bola en el estómago que apareció cuando lo descubrió mirándola desde su lente se hizo más grande, y hasta le tapó la garganta. Pero cerró los ojos, respiró profundo la brisa de mar y se recuperó, hasta que pudo contestarle. Hagamos todo lo que podamos ahora, no necesito ni la costa ni la gran ventana ni nada. Sólo necesito estar contigo, que me dejes ser y yo también, que me tomes fotos y yo te escriba muchos versos. Y veamos muchos amaneceres y atardeceres, como hoy. No necesito fuegos artificiales tampoco, esos ya los siento aquí, adentro. Se acabaron las palabras. La próxima vez que se vieran, entre todos, ya no serían extraños...

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