La respuesta de un maestro

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¿Qué es lo que más disfruta de ser periodista?. se le pregunta.

Me gusta la posibilidad de contribuir al desarrollo de la sociedad. A impedir las arbitrariedades, a hacer que los gobernantes hagan lo que tienen que hacer, que es servir a los gobernados".

Miguel Ángel Granados Chapa, y el próximo galardonado con el Premio Nuevo Periodismo Cemex + FNPI de homenaje. Un privilegio de México.

El temazcalito

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El sábado Viole nos llevó a Zamu y a mí a un temazcal, muy cerca de mi casa, por El Rosario. Nunca había ido a uno porque simplemente no se me antojaba. Me imaginaba que era una especie de gran olla exprés en la que los humanos podíamos hervir a fuego lento. Pero fueron tantas las voces que me decían que me iba a relajar, que la tensión en mi espalda por el trabajo iba a desaparecer después del calorcito, que no había cosa más relajante y mil argumentos más que terminé por ir.

Nunca he sido de las personas a las que les gusta nadar en aguas termales, ni a las que les encante bañarse con agua para hervir pollos, no, huyo de eso siempre, pero decidí darme la oportunidad de conocer algo distinto, y ahí estaba el sábado, sin desayunar, sin saber qué pensar, con algo de nervios.

La verdad es que mi impresión sobre las ollas exprés se reforzó. Entramos al mini-iglú (como el de la foto de arriba, pero no tan fresa), forrado de plástico negro para evitar escapes de vapor, a eso de las 11 de la mañana, en shorts y playera, nada más. La verdad es que no vi el reloj, pero yo calculo que fue a esa hora. Nos sentamos en la tierra en círculo, esperando que en el centro llegaran "las abuelitas", las piedras candentes. Aparte de Zamu, Viole y yo, entraron otras seis personas para mí desconocidas, de las que poco a poco fui conociendo sus más íntimos secretos, conforme la temperatura aumentaba. Porque después entiendes que la sinceridad de las personas es directamente proporcional al incremento en grados centígrados dentro del temazcal.

Luego comenzó la primera etapa, de cuatro, con cinco piedras en el centro del iglú. Ésa estuvo leve, apenas si sentía calor. En la segunda eran 10 piedras, con calor soportable perfectamente. Fue hasta la tercera etapa, la de Huitzilipochtli, con 15 piedras más o menos, cuando comenzó el verdadero infierno. Los instructores, Jesús e Israel, nos explicaron que era la etapa de la voluntad, en la que nosotros, los guerreros, teníamos que demostrar que podíamos dar más de lo que creíamos poder dar. Y así fue: en un calor infernal cantamos, danzamos, no sé qué tanto hicimos. Yo ya no me podía mantener sentada, de plano buscaba tirada en la tierra algo de aire fresco, porque si me sentaba sentía que mi piel ardía. Espantoso. Empecé a sufrir. La cuarta, con más de 20 piedras calientes en el centro, fue la peor. El calor era tal que sentía que me iba a desmayar, de plano. Estaba a punto de mandar todo al carajo y de decirles a Jesús e Israel que no era una guerrera de las que ellos hablaban, que mi fuerza de voluntad no había sido tocada ni por Quetzalcóatl ni por Huitzilopochtli ni por nadie, que no existía, y que yo no le debía nada a las abuelitas piedras, que no me interesaban las reflexiones de los demás (porque a cada rato ofrendábamos nuestra palabra a las abuelitas piedras). Pero aguanté. No sé cómo, pero lo hice.

Salimos del mini-iglú a las 4:30. ¡¡Cinco horas adentro!! Por eso todos sentíamos que nos íbamos a morir quemados. No sé si alguien ha tenido una primera impresión así del temazcal, pero espero que no. Salimos hinchados de la cara, deshidratados a más no poder. Lo que más o menos nos revivió fue la bañada de agua fría que recibimos hincados, casi con sumisión, después del gran acontecimiento. Y sí salí relajada, y exhausta, y con un hambre que era más grande que todo mi estómago.

Después, tras pensar en lo vivido, debo decir que mi balance es más equilibrado. Al temazcal debe de tenérsele respeto, porque representaba todo un rito de purificación. No es como lo pintan en los grandes y lujosos spas, no es "vaporcito" y ya, como dicen Israel y Jesús, es un ejercicio de gran disciplina y serenidad, porque eres un guerrero, y si no sabes controlar eso, porque te cuesta, entonces a pocas cosas importantes podrás aspirar.

Yo le ofrendé a las abuelitas mis miedos y corajes, como todos los demás. Ahí se quedó mi cansancio y comprendí mejor que sin sacar tus ojos de ti para verte es imposible que cambies lo que eres hoy, con o sin temazcal. Aprendí también que casi no tomo agua y que debo tenerle mucho más respeto al fuego.

Tengo que agradecerle a Violetita este duro conocimiento, siempre.

Para los que no se han ido de vacaciones...

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como yo....



Autógrafo

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Ayer llegaron Los Tigres del Norte a la oficina no convencional de Amanditita. Como ella es mi amiga me consiguió un autógrafo de Hernán, el bajista "del fleco blanco", como dice ella. Me puse inmensamente feliz.

La primera vez que los vi en vivo fue en Guanajuato, en el Festival Cervantino, en el 2002. Se presentaron en La Yerbabuena, un terreno muy amplio donde generalmente tocaban grupos de rock, ska y similares durante el Festival. Hasta donde sé este espacio no funciona ya. Recuerdo que eran los invitados de honor de ese año y el concierto era gratis. La verdad es que no iba a verlos a ellos, sino a los otros tres grupos que tocarían esa noche, La Barranca, Molotov y Julieta Venegas, no me interesaba quedarme.

Pero cuando llegamos mis amigos y yo al lugar vi algo que no he vuelto a ver nunca en un concierto. El público estaba dividido en dos, chavos como nosotros y sombrerudos, de botas y todo, ellos. Y cuando digo que el público estaba dividido no sólo es en sentido figurado, ¡había una franja de terreno entre los dos! Ellos, no nosotros, eran mayoría. Apareció La Barranca y los de sombrero ni se inmutaron. Luego Molotov. Mientras mis amigos brincaban como locos –yo no brincaba tanto–, ellos nos veían con cara de susto y compasión. Llegó Julieta Venegas y nada cambió. Todos los grupos les dedicaban un comentario, "A ver, los amigos de atrás, pónganse a bailar, ahorita salen Los Tigres", pero ellos como piedras. Todos tocaron covers de Los Tigres, era SU homenaje.

Cuando vi que tres cuartos de la mitad del público esperaron más de tres horas para verlos sólo a ellos la curiosidad se apoderó de mí y decidí quedarme, para ver si de veras eran taaan buenos. Perdí a mis amigos para no irme al hotel y esperé a que los tan esperados Tigres salieran a tocar. Qué bueno que lo hice.

Aparecieron después de medianoche, en su ultramoderno escenario, cuando estaba a punto de congelarme. El Jefe de Jefes primero, como siempre, después supe. Los sombrerudos y sus parejas se apoderaron del espacio y comenzaron a cantar y bailar, al unísono, como si a todos les hubieran dado cuerda al mismo tiempo. Pocos chavos nos quedamos. Nunca había visto a un público así, tan entregado. Me conmoví de veras, y me dio mucha vergüenza que yo sólo me supiera dos canciones, El Jefe de Jefes y La Puerta Negra, DOS de taaantas. Prometí que nunca más volvería a quedarme al margen de un fenómeno tan grande. Una hora después de tocar, de bailar, de hacer nuevos amigos, no sé cómo descubrí atrás del escenario sus tráileres de equipo, ocho, alineados, y ellos no habían cobrado un peso por la presentación. Se hicieron más grandes a mis ojos. Tocaron hasta las cuatro y media de la mañana, sin parar, no sé cuántas canciones, pero seguro más de 30, hasta que Jorge ya estaba ronco. Llegué a mi hotel a las seis de la mañana, no me acuerdo cómo. Todos ya estaban dormidos.

Meses después vi el video con Los Tigres tocando De paisano a paisano en un estadio de Dallas lleno, todo el público cantando a una voz, y comprendí todavía más su grandeza. Luego supe que fueron los primeros que dijeron a todo aquel que quisiera escuchar, no en lo oscurito, que Carlos y Raúl Salinas de Gortari eran narcos hasta la médula, en El Circo, y también fueron los primeros en cantarle a los gringos desde los principales auditorios de Estados Unidos la verdadera condición de los indocumentados mexicanos y que ellos no eran los únicos americanos. Lo hicieron tan bien que por Gracias, América sin fronteras (todo el album) les dieron su primer Grammy en 1988 (hoy tienen siete y una veintena de nominaciones) y hasta rompieron un récord en 1993, el de asistencia al aire libre en la Arena Deportiva de Los Ángeles. Me enteré también de que tienen más de 50 discos (47 reconocidos en su página oficial) y más de 500 canciones. Van a Stanford a dar clases de cómo mantener un negocio exitoso y no alejarse de la familia y justo hoy, pa seguir innovando, tocarán en un avión.


Para mí De paisano a paisano es el homenaje más bonito que hay a los mexicanos que llegaron ilegalmente a Estados Unidos, como mis tíos, tus tíos, los hermanos de tus tíos, o quien sea de tu familia, y cada vez que escucho el El Gato Felix, que dedicaron al periodista fundador del semanario Z de Tijuana, Héctor Félix Miranda, asesinado por uno de los guaruras de Jorge Hank Rhon en 1988, la piel se me pone chinita de emoción. No exagero. Por eso suscribo lo que dijo alguna vez Arturo Pérez-Reverte, recordado por Pablo Ordaz en su excelente nota del sábado pasado en Babelia:


Un país como México se entiende mejor por Los Tigres del Norte que por los más sesudos intelectuales o los novelistas de más éxito. Este país tiene una realidad tierna y violenta, dura y familiar, trágica y feliz, y el corrido y el narcocorrido norteño es el que mejor la ha definido. Élmer Mendoza y yo somos pinches escritores que necesitamos quinientas páginas para contar lo que Los Tigres del Norte cuentan en tres minutos y medio".

Por todo esto le estaré eternamente agradecida a Amandititita, por el autógrafo de los Jefes de Jefes.



El primero de Kundera

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Ya terminé La broma, de Milán Kundera. Lo empecé porque era "una novela de amor", y como ando buscando respuestas de eso lo tomé. Pero no. No es precisamente de amor. O sí, pero de un amor muy jodido y marcado por todo lo demás, lo que no es "sentimental". Es la historia de una generación que, según Kundera, se empecinó en creer algo que con el paso de los años descreyó y renegó. Porque para él todos aquellos primeros jóvenes checoslovacos, de los treita, cuarenta y cincuenta, que creyeron en lo soviético como salida fueron burlados, porque al final de su vida se dieron cuenta de que en realidad todo en lo que ellos habían creído no era sino una broma, una mentira, y no hay marcha atrás. Kundera describe magistralmente cómo se siente la nostalgia y la impotencia de saberse vencido en la vida. Y es apenas su primera novela, ya quiero saber qué dicen las demás.

¡Quiero aprender a maquillarme!

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Jamás me ha llamado la atención pintarme. Quizá porque mi mamá no usa una gota de maquillaje (recuerdo que a mi papá no le gustaba) o porque sentía que me veía horrible bailando con los labios pintados de rojo en las presentaciones de jazz y tap en la secundaria. El caso es que hasta la fecha, a mis 26 años, casi nunca me pinto. Lo único que uso a diario es un poco de rímel, un delineador café para los ojos (sobre todo cuando lloro, pa que no se vean tan chiquitos mis ojos hinchados), polvo mate para no brillar (porque sieeeempre brillo) y Labello. No más.

Por eso ahora que me enteré que una mujer está causando sensación en todo el mundo con tutoriales para maquillarse en YouTube inmediatamente vi uno de los videos, para ver si alguien tan neófita como yo en ese tema podía seguirle el paso, y sí. Su nombre es Lauren Luke, es inglesa, tiene 27 años, ya es mamá y es toda una superestrella del canal de videos más visto en el mundo. Comenzó vendiendo cosméticos en eBay y revolucionó el marketing de belleza: en lugar de presentarle a sus clientes virtuales una foto del producto y su cajita ella lo usaba, lo probaba en ella, y luego se tomaba una foto. La estrategia, "Miren cómo me queda a mí, si te gusta cómpralo". Luego comenzó con los videos.

Hoy, su canal en YouTube tiene más de 254 mil seguidores y 198 videos. Vi dos en los que enseña a todo aquél que quiera verla cómo imitar un look de Lady Gaga en robot, colgado hace un mes, y la verdad es que hace ver el maquillarse taaan fácil y rápido que me dieron ganas de seguirla. Y cómo no, si su imagen es totalmente alejada de lo que estamos acostumbrados a ver en la tele, es gordita y cachetona, y en los videos que toma en su cuarto se ven en el fondo sus muñecos de peluche, como en cualquier cuarto normal.

Lauren ya tiene su propia línea de cosméticos, By Lauren Luke, que comercializa la marca Sephora, anda en tratos para hacer un libro y todas las grandes marcas en el ramo voltean a ver su trabajo para estudiarlo y entender su éxito. Les dejo acá un video sobre la visita que Lauren hizo a Nueva York para conocer la tienda de Sephora en Times Square, y ver cómo se presentan sus productos. Chequen cómo se emocionan con los comentarios de las usuarias de los productos. Esto es una bonita historia de éxito.

¿La desaparición de la prensa?

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Leo hoy que los dueños de The Observer, el periódico dominical más antiguo del mundo (tiene ya 218 años de vida), han considerado cerrarlo por sus altas deudas, que han llegado ya a 20 millones de libras, alrededor de 446 millones de pesos mexicanos.

El Guardian Media Group, dueño del dominical, posee también el diario inglés The Guardian, y tiene muy claro que primero está salvar al diario-diario que a The Observer.

En Inglaterra llevan muy bien cuantificada la crisis de los medios impresos. Tan sólo durante 2009 han cerrado 80 diarios locales por falta de publicidad.

Allá, los que antes sabían qué pasaba con la industria periodística no tienen idea de cómo pinta el futuro, y aquí, menos. Yo, que vivo hoy de esto y decidí vivir siempre que pueda de ello, me sorprendo cada vez más pensando en este tema, en cómo le afecta a la sociedad (porque le afecta, aunque no lo crean) y en cómo puedo contribuir a que a todos no se nos olvide por qué son importantes los periódicos.

Cuando fuimos huérfanos

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Hace dos semanas terminé de leer Cuando fuimos huérfanos del escritor japonés Kazuo Ishiguro. Es una novela policiaco-nostálgica con un gran e inesperado final que no entrará entre las favoritas de mis favoritas, pero sí la recordaré por haberme dado, hasta ahora, la mejor descripción de lo que es la niñez para los adultos. Muchas veces cuando recuerdo cosas de años me siento justo así, como lo escribe él:

Nuestra infancia parece tan lejana. Todo esto… Tanto sufrimiento… Una de nuestras poetisas, una dama de la corte de hace muchos, muchos años, escribió sobre lo triste que resulta. Escribió que la infancia, cuando nos hacemos adultos, se convierte en una suerte de tierra extanjera.