Ixtapa

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Aunque hayamos ido a un lugar mil veces, cuando uno regresa nada es igual. Sobre todo si no es un lugar que visites a diario, si ni por asomo está en tu rutina y si puedes visitarlo sólo por ocasiones especiales, como las vacaciones. Eso lo refrendé, de nuevo, en Ixtapa. La playa era la misma que la primera vez que fui, pero distinta. Sentí como si el inmenso horizonte azul se diera cuenta que ya habían pasado más de cinco años desde la última vez que nos vimos y me susurrara al oído "Sé que has cambiado, y quisieras haber crecido en eso que te importa, pero no todo te ha salido como lo planeabas. Sé también que encontrarás el nuevo camino que buscas. Yo te ayudo estos días". Y lo hizo, me ayudó, no sólo porque estuve acompañada de los amigos de la vida -uno sabe siempre cuales son los amigos de la vida-, sino porque me aclaró las ideas y me dio nueva fuerza junto con otro color de piel. Así pude refrendar que el verdadero amor es algo calmadito y apacible, y que las dudas son naturales, que ya a estas alturas del partido uno sabe cuáles serán algunos de los compañeros de viaje hasta el final, que las caminatas desorientadas en la madrugada son mejores si no vas solo.

Aprendí también que la bolsa en la que se quedan los recuerdos, cuando es cargada por muchos, no pesa y, en cambio, te da alas.


Instrucciones para tratar obsesiones

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Si escucha Crimen, de Gustavo Cerati, y cree que el argentino se inspiró sólo en la vida de usted para componer la canción, y repito, SÓLO en su vida, entonces necesita urgentemente un exorcismo de obsesiones. Posiblemente esté perdiendo minutos, días, meses, años, todos valiosos. Comience el tratamiento ya.

Después de mucha investigación, sugiero los siguientes pasos:

Mentalícese
El chip que la sociedad le ha puesto de que la esperanza muere al último lo está despedazando. Mejor acepte la derrota y que está exhausto de perseguir algo que no depende en última instancia de usted. A algunos les funciona contar el tiempo que uno lleva estancado, por ejemplo, 33 meses –desde abril de 2007–, para ver cuánto tiempo le ha dedicado a la empresa. El ver que son años de desaciertos los que han pasado quizá sea un motivo poderoso para cambiar de actitud.

Piense también que esto del amor es de dos, no de uno ni de uno + los sueños de ese uno, aunque dos dé el saludo. De nada han servido las realidades alternativas que construyó día con día. Si esas realidades virtuales fueran reales no tendría problema.

Tampoco mentalizarse implica echarle la culpa a terceros inocentes que ni conoce, si hay terceros implicados en su caso, claro. Ellos ni estuvieron en tiempo-espacio frente a usted, interponiéndose. En casos de este tipo el que le jugó una mala pasada fue el tiempo: alguien llegó primero, después –años después– llegó usted. De eso nadie tiene la culpa.

Ocúpese
No importa en que. Sirve lo mismo redactar escritos que organizar tours para el próximo viaje a la playa con sus amigos. Da igual. Organice una agenda de eventos que incluyan las más variadas actividades, desde caminar con su perro, si es que tiene, hasta ir al cine. También funciona desayunar con sus padres para hablar sobre la honestidad de Andrés Manuel López Obrador, para bien o para mal. Cuando menos se dé cuenta verá que han pasado horas, y si es afortunado hasta días, sin que su pensamiento regrese al objeto de sus obsesiones. Así podrá pasar en relativa calma los primeros días después de haber tomado la decisión de exorcisarse.

No está prohibido que en su rehabilitación se tomé cafés o cervezas o mojitos o tequilas con sus mejores amigos. Eso es aceptable siempre y cuando no mencione más el tema de su enfermedad. Éste es uno de los puntos más importantes de la rehabilitación. Si no lo cumple y continúa llenando las conversaciones con sus cercanos de referencias a lo que a usted lo pone mal sólo alimentará el círculo vicioso de “Quizá las cosas pasen algún día”. No. No importan los consejos de sus amigos en este momento. Ellos entenderán que lo mejor es esperar a que las toxinas desaparezcan del cuerpo casi por olvido, y eso puede tardar mucho tiempo.

Lo que sí está prohibido es escuchar música que le recuerden a su fantasma. Son mensajes subliminales que retardarán la rehabilitación o que incluso la acabarán. No hay discusión en este punto. Por supuesto que Crimen sí la puede escuchar. Es el mensaje que debe seguir.

Aléjese
Para algunos puede que esta opción no exista, pero inténtelo. Quizá sea uno de los desafortunados que tiene que ver a su martirio ocho horas al día, quizá más, hasta la madrugada. Omítalo. Ya no busque hacer plática, ni que sus miradas se encuentren quesque distraídamente. Deje de hacerse el tonto. Le ha dado exactamente 15,324 oportunidades para que correspondiera a alguno de sus gestos, no lo hizo. Si por cuestiones laborales tienen que cruzar palabras inevitablemente redúzcalo sólo a eso, a cuestiones laborales.

Si otra vez ve que el sujeto está mandando miradas calificadas por usted como desesperadas también omítalas. Recuerde los pasos anteriores de la rehabilitación y que no ha pasado nada en mucho tiempo. ¿Por qué tendría él el coraje de cambiar todo su mundo ahora para darse una oportunidad con usted? No tiene ninguna razón. Recuerde: eso de que la esperanza muere al último no aplica. Punto.

Valore
Ésta es la etapa final del tratamiento, e implica tomar conciencia de lo que se tiene antes de que sea demasiado tarde. Usted tiene un mundo que cuidar antes de darle oportunidades a alguien que ni siquiera le ha invitado un café. Valore.

Este proceso de exorcismo todavía está en proceso de perfeccionamiento. Si usted conoce otro paso que le ayude a mejorar aplíquelo, y pásemelo, por favor...

A veces...

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Ni siquiera puedes explicar por qué pasa, sólo lo sientes, de repente. Encuentras a las personas y con algunas, con contadas almas, una, dos, tres, poquísimas, sientes un clic, algo que ahí está aunque tengas la sangre fría. Y cuando a esa persona la ves a los ojos sabes que también sabe lo que tú sabes, y lo sientes igual, aunque a veces se tarde años en aceptarlo, como tú.

Hasta ahí todo es normal, muy normal. Pero con algunas personas todo es difícil, imposible, y te entran ganas de cambiar al mundo y ponerlo al revés con tal de que tu egoísta deseo se haga realidad. Y no te queda de otra más que decirlo, casi gritarlo, y que el mundo se vaya al carajo. Aunque sea por una noche, por unos minutos. Y es que si no lo dices no serás feliz nunca.

La verdadera filosofía

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El hombre atrás de mí le propone galantemente a la mesera que se casen. Se ve que se conocen de antes. Ella espeta: "No, licenciado, yo nunca me voy a casar. Ésa es una estupidez! Cuántas estupideces ha inventado esta sociedad". Él no contesta, no sabe qué decir.

Sigo sin terminarme mi café, lo saboreo.

Agradecimiento

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Hoy salí de mi clase de italiano feliz. Aprendí que Perugia es el lugar de los chocolates en Italia y que los verbos reflexivos son interesantísimos.

Dejé el Palacio de la Autonomía, caminé hasta Moneda y de ahí a la Catedral. De repente lo vi. Estaba inmovil, parado casi en la entrada del metro, a unos metros de la puerta oriental de la iglesia. Ni siquiera quiso entrar al patio, no cruzó la reja. Traía una camisa blanca vieja, de esas que de tanto uso se han vuelto casi transparentes. Cargaba dos grandes bolsas "de mandado" llenas de bolsas más pequeñas hechas con palma, como las que compraba mi mamá cuando salía con mi papá a cualquier lado. Luego luego me recordó al de las canastitas de Traven que me hizo conocer mi papá. No vi sus zapatos. De repente, se quitó el sombrero negro, sucio, que traía puesto, reverencialmente, y empezó a rezar, sin hincarse ni nada ni dejar su carga de todos los días, sólo se puso a hablar con Dios. No sé qué le dijo, nadie lo sabrá, pero quiero pensar que agradecía lo que tenía y pedía por tiempos mejores, porque aquí él sólo puede pedirle a Dios Así es este país. Los dos policías federales que franqueaban la reja, y que observaban la escena de frente, a menos de dos metros del orador, sólo bajaron la mirada, como yo, tristes.

Me hubiera gustado contemplar la escena, pero me dio pena detenerme, y seguí de largo, rumbo a 5 de mayo. Cuando casi cruzaba la calle volteé de reojo, el orador ya caminaba unos metros detrás de mí. Caminé y casi inmediatamente llegué a El Popular. Entré. La mesera me trajo fruta, después huevos y luego el café, que todavía no me termino. Cuando me senté y pedí la comida agradecí, algo que no hacía en años.

Pero no le agradecí a Dios, aclaro.

La pregunta tuitera/A Gerardo Fernández Noroña

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@jexjex Qué piensas de las "nuevas movilizaciones sociales"? Protestar por impuestos con el Twitter o con conciertos? Ves cambios?

@fernandeznorona Ser creativo ayuda, pero se necesitan medidas más contundentes. No descalifico, TODO suma, saludos.

*****

Contestó rapidísimo. Bravo!

En la oficina

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Ayer llegué a trabajar a las 11:30 am. A unos metros de la entrada del periódico, justo a un lado del lugar donde a veces compro mi desayuno, estaba un hombre sentado en el piso, mugroso, con zapatos pero sin calcetines. Tenía canas en la cabeza y en la barba. Le calculé unos 60, 70 años. Hurgaba muy interesado en el interior de una bolsa de plástico gris, casi vacía; pensé que ahí tenía sus cosas de valor. Hacía frío. Seguí mi camino.

Salí del periódico a las 8:30 pm, tras escribir una nota sobre el Twitter y los políticos y todas esas cosas que los de los medios creemos que son importantes. El señor seguía ahí, sentado en el piso, casi como cuando llegué. Justo cuando yo pasaba él acomodaba su bolsa casi vacía como almohada y se acostaba en el piso, en el vil piso, para dormir. Al mismo tiempo exhalaba una queja, un sonido gutural. En ese momento pensé que quizá tenía la mente enferma, que había perdido su casa y que no sabía dónde estaba. Pero seguí caminando. Hacía más frío. Bajé al metro, entré con mi tarjeta y me fui.

Ya en el vagón me di coraje, porque pasé como si no hubiera pasado. Luego me entró otra vez el coraje hacia los de siempre, hacia todos. Lo soñé.

Hoy que llegué a las 10 am a la oficina, el señor ya no estaba.

La calaverita que me dedicó Mac. ¡Me encantó!

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Jésica estaba preocupada
pensando en un reportaje,
tenía la cabeza agachada
y pedía a gritos un masaje.

Se distrajo mirando el beisbol
cuando la Muerte la sorprendió:
"Jex, tú ya no podrás ver al Sol,
pues supe que René te reprendió".

"Ni creas que me vas a llevar
a un panteón o tienda de campaña",
dijo Jésica segura y sin temblar.
"¡Tendrás que buscarme hasta España!".

Al senador Castellón

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Soy de las "radicales".

Desde niña escuché en todas las sobremesas familiares que una de las causas por las que mi familia era pobre era por los políticos, que mi abue se había enfermado de muerte por la mala atención médica en el ISSSTE, por la corrupción de los políticos, que mis primos no tenIan una prepa donde estudiar por los políticos, que mis papás trabajaban en el tianguis, sin aguinaldos ni prestaciones ni nada por el estilo por la falta de oportunidades, porque los políticos no las habían creado, razonamientos más o menos elaborados siempre, pero por los políticos al fin. Por eso soñaba con que iba a formar mi grupo guerrillero y los iba a matar a todos.

Pero no lo hice. Y hoy, que veo en la tele al senador Castellón en tribuna, a medianoche, explicando por qué un impuesto a las telecomunicaciones es un grave error a legisladores que ni siquiera lo escuchan, pienso que entre "los políticos" no todos son iguales. Se me quita un poquito lo radical, y sólo un poquito. Gracias @Senadocastellon.

Para ya

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Esta semana marcó una diferencia en mí. Decidí que no puedo seguir dejando lo mío por lo de los otros, o por el trabajo, o por lo que alguien pide. Lo mío está antes que todo, pero como lo demás lo tengo que hacer, por simple supervivencia, tengo que hacerme el tiempo para mí dentro de lo que ya hago. Algo así como buscar mi camino entre todo lo que soy ahora. Por eso estoy escribiendo de nuevo.

Las buenas noticias -porque esta semana no recibí malas- me hicieron reflexionar y tomar decisiones contundentes, sobre todo espirituales. Se acabó mi filosofía comodina de "a medias" que he tenido en los últimos años, ya ni puedo contarlos. Nada de "para después", porque si lo pensé en ese momento es porque es para empezar en ese momento, porque debe hacerse así. Debo pasar por lo menos un tercio de mi vida con una mochila en los hombros caminando por calles que nunca he visto en mi vida, con una buena cámara y cosquillas en la panza, para vivir más. A agradecer las oportunidades, una a una, con una sonrisa, porque sabes que así tiene que ser, si no ¿cómo se puede ser feliz? Ya, aprenderé a cocinar, pero bien. Hasta el Odis lo agradecerá. A acabarme mi biblioteca y a ser alguien. A amar, amar, amar...

La idea es ser como un Bear Grylls, pero en lo mío. Claro, si me guiara la misma "passion for the outdoors" del ex militar inglés-indio-cristiano, seguro Zamu me amaría mucho mucho.

Como dice René, el chiste es buscar lo que uno quiere hacer de su vida, para ser como salmón. Después de todo, soy feliz.

La respuesta de un maestro

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¿Qué es lo que más disfruta de ser periodista?. se le pregunta.

Me gusta la posibilidad de contribuir al desarrollo de la sociedad. A impedir las arbitrariedades, a hacer que los gobernantes hagan lo que tienen que hacer, que es servir a los gobernados".

Miguel Ángel Granados Chapa, y el próximo galardonado con el Premio Nuevo Periodismo Cemex + FNPI de homenaje. Un privilegio de México.

El temazcalito

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El sábado Viole nos llevó a Zamu y a mí a un temazcal, muy cerca de mi casa, por El Rosario. Nunca había ido a uno porque simplemente no se me antojaba. Me imaginaba que era una especie de gran olla exprés en la que los humanos podíamos hervir a fuego lento. Pero fueron tantas las voces que me decían que me iba a relajar, que la tensión en mi espalda por el trabajo iba a desaparecer después del calorcito, que no había cosa más relajante y mil argumentos más que terminé por ir.

Nunca he sido de las personas a las que les gusta nadar en aguas termales, ni a las que les encante bañarse con agua para hervir pollos, no, huyo de eso siempre, pero decidí darme la oportunidad de conocer algo distinto, y ahí estaba el sábado, sin desayunar, sin saber qué pensar, con algo de nervios.

La verdad es que mi impresión sobre las ollas exprés se reforzó. Entramos al mini-iglú (como el de la foto de arriba, pero no tan fresa), forrado de plástico negro para evitar escapes de vapor, a eso de las 11 de la mañana, en shorts y playera, nada más. La verdad es que no vi el reloj, pero yo calculo que fue a esa hora. Nos sentamos en la tierra en círculo, esperando que en el centro llegaran "las abuelitas", las piedras candentes. Aparte de Zamu, Viole y yo, entraron otras seis personas para mí desconocidas, de las que poco a poco fui conociendo sus más íntimos secretos, conforme la temperatura aumentaba. Porque después entiendes que la sinceridad de las personas es directamente proporcional al incremento en grados centígrados dentro del temazcal.

Luego comenzó la primera etapa, de cuatro, con cinco piedras en el centro del iglú. Ésa estuvo leve, apenas si sentía calor. En la segunda eran 10 piedras, con calor soportable perfectamente. Fue hasta la tercera etapa, la de Huitzilipochtli, con 15 piedras más o menos, cuando comenzó el verdadero infierno. Los instructores, Jesús e Israel, nos explicaron que era la etapa de la voluntad, en la que nosotros, los guerreros, teníamos que demostrar que podíamos dar más de lo que creíamos poder dar. Y así fue: en un calor infernal cantamos, danzamos, no sé qué tanto hicimos. Yo ya no me podía mantener sentada, de plano buscaba tirada en la tierra algo de aire fresco, porque si me sentaba sentía que mi piel ardía. Espantoso. Empecé a sufrir. La cuarta, con más de 20 piedras calientes en el centro, fue la peor. El calor era tal que sentía que me iba a desmayar, de plano. Estaba a punto de mandar todo al carajo y de decirles a Jesús e Israel que no era una guerrera de las que ellos hablaban, que mi fuerza de voluntad no había sido tocada ni por Quetzalcóatl ni por Huitzilopochtli ni por nadie, que no existía, y que yo no le debía nada a las abuelitas piedras, que no me interesaban las reflexiones de los demás (porque a cada rato ofrendábamos nuestra palabra a las abuelitas piedras). Pero aguanté. No sé cómo, pero lo hice.

Salimos del mini-iglú a las 4:30. ¡¡Cinco horas adentro!! Por eso todos sentíamos que nos íbamos a morir quemados. No sé si alguien ha tenido una primera impresión así del temazcal, pero espero que no. Salimos hinchados de la cara, deshidratados a más no poder. Lo que más o menos nos revivió fue la bañada de agua fría que recibimos hincados, casi con sumisión, después del gran acontecimiento. Y sí salí relajada, y exhausta, y con un hambre que era más grande que todo mi estómago.

Después, tras pensar en lo vivido, debo decir que mi balance es más equilibrado. Al temazcal debe de tenérsele respeto, porque representaba todo un rito de purificación. No es como lo pintan en los grandes y lujosos spas, no es "vaporcito" y ya, como dicen Israel y Jesús, es un ejercicio de gran disciplina y serenidad, porque eres un guerrero, y si no sabes controlar eso, porque te cuesta, entonces a pocas cosas importantes podrás aspirar.

Yo le ofrendé a las abuelitas mis miedos y corajes, como todos los demás. Ahí se quedó mi cansancio y comprendí mejor que sin sacar tus ojos de ti para verte es imposible que cambies lo que eres hoy, con o sin temazcal. Aprendí también que casi no tomo agua y que debo tenerle mucho más respeto al fuego.

Tengo que agradecerle a Violetita este duro conocimiento, siempre.

Para los que no se han ido de vacaciones...

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como yo....



Autógrafo

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Ayer llegaron Los Tigres del Norte a la oficina no convencional de Amanditita. Como ella es mi amiga me consiguió un autógrafo de Hernán, el bajista "del fleco blanco", como dice ella. Me puse inmensamente feliz.

La primera vez que los vi en vivo fue en Guanajuato, en el Festival Cervantino, en el 2002. Se presentaron en La Yerbabuena, un terreno muy amplio donde generalmente tocaban grupos de rock, ska y similares durante el Festival. Hasta donde sé este espacio no funciona ya. Recuerdo que eran los invitados de honor de ese año y el concierto era gratis. La verdad es que no iba a verlos a ellos, sino a los otros tres grupos que tocarían esa noche, La Barranca, Molotov y Julieta Venegas, no me interesaba quedarme.

Pero cuando llegamos mis amigos y yo al lugar vi algo que no he vuelto a ver nunca en un concierto. El público estaba dividido en dos, chavos como nosotros y sombrerudos, de botas y todo, ellos. Y cuando digo que el público estaba dividido no sólo es en sentido figurado, ¡había una franja de terreno entre los dos! Ellos, no nosotros, eran mayoría. Apareció La Barranca y los de sombrero ni se inmutaron. Luego Molotov. Mientras mis amigos brincaban como locos –yo no brincaba tanto–, ellos nos veían con cara de susto y compasión. Llegó Julieta Venegas y nada cambió. Todos los grupos les dedicaban un comentario, "A ver, los amigos de atrás, pónganse a bailar, ahorita salen Los Tigres", pero ellos como piedras. Todos tocaron covers de Los Tigres, era SU homenaje.

Cuando vi que tres cuartos de la mitad del público esperaron más de tres horas para verlos sólo a ellos la curiosidad se apoderó de mí y decidí quedarme, para ver si de veras eran taaan buenos. Perdí a mis amigos para no irme al hotel y esperé a que los tan esperados Tigres salieran a tocar. Qué bueno que lo hice.

Aparecieron después de medianoche, en su ultramoderno escenario, cuando estaba a punto de congelarme. El Jefe de Jefes primero, como siempre, después supe. Los sombrerudos y sus parejas se apoderaron del espacio y comenzaron a cantar y bailar, al unísono, como si a todos les hubieran dado cuerda al mismo tiempo. Pocos chavos nos quedamos. Nunca había visto a un público así, tan entregado. Me conmoví de veras, y me dio mucha vergüenza que yo sólo me supiera dos canciones, El Jefe de Jefes y La Puerta Negra, DOS de taaantas. Prometí que nunca más volvería a quedarme al margen de un fenómeno tan grande. Una hora después de tocar, de bailar, de hacer nuevos amigos, no sé cómo descubrí atrás del escenario sus tráileres de equipo, ocho, alineados, y ellos no habían cobrado un peso por la presentación. Se hicieron más grandes a mis ojos. Tocaron hasta las cuatro y media de la mañana, sin parar, no sé cuántas canciones, pero seguro más de 30, hasta que Jorge ya estaba ronco. Llegué a mi hotel a las seis de la mañana, no me acuerdo cómo. Todos ya estaban dormidos.

Meses después vi el video con Los Tigres tocando De paisano a paisano en un estadio de Dallas lleno, todo el público cantando a una voz, y comprendí todavía más su grandeza. Luego supe que fueron los primeros que dijeron a todo aquel que quisiera escuchar, no en lo oscurito, que Carlos y Raúl Salinas de Gortari eran narcos hasta la médula, en El Circo, y también fueron los primeros en cantarle a los gringos desde los principales auditorios de Estados Unidos la verdadera condición de los indocumentados mexicanos y que ellos no eran los únicos americanos. Lo hicieron tan bien que por Gracias, América sin fronteras (todo el album) les dieron su primer Grammy en 1988 (hoy tienen siete y una veintena de nominaciones) y hasta rompieron un récord en 1993, el de asistencia al aire libre en la Arena Deportiva de Los Ángeles. Me enteré también de que tienen más de 50 discos (47 reconocidos en su página oficial) y más de 500 canciones. Van a Stanford a dar clases de cómo mantener un negocio exitoso y no alejarse de la familia y justo hoy, pa seguir innovando, tocarán en un avión.


Para mí De paisano a paisano es el homenaje más bonito que hay a los mexicanos que llegaron ilegalmente a Estados Unidos, como mis tíos, tus tíos, los hermanos de tus tíos, o quien sea de tu familia, y cada vez que escucho el El Gato Felix, que dedicaron al periodista fundador del semanario Z de Tijuana, Héctor Félix Miranda, asesinado por uno de los guaruras de Jorge Hank Rhon en 1988, la piel se me pone chinita de emoción. No exagero. Por eso suscribo lo que dijo alguna vez Arturo Pérez-Reverte, recordado por Pablo Ordaz en su excelente nota del sábado pasado en Babelia:


Un país como México se entiende mejor por Los Tigres del Norte que por los más sesudos intelectuales o los novelistas de más éxito. Este país tiene una realidad tierna y violenta, dura y familiar, trágica y feliz, y el corrido y el narcocorrido norteño es el que mejor la ha definido. Élmer Mendoza y yo somos pinches escritores que necesitamos quinientas páginas para contar lo que Los Tigres del Norte cuentan en tres minutos y medio".

Por todo esto le estaré eternamente agradecida a Amandititita, por el autógrafo de los Jefes de Jefes.



El primero de Kundera

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Ya terminé La broma, de Milán Kundera. Lo empecé porque era "una novela de amor", y como ando buscando respuestas de eso lo tomé. Pero no. No es precisamente de amor. O sí, pero de un amor muy jodido y marcado por todo lo demás, lo que no es "sentimental". Es la historia de una generación que, según Kundera, se empecinó en creer algo que con el paso de los años descreyó y renegó. Porque para él todos aquellos primeros jóvenes checoslovacos, de los treita, cuarenta y cincuenta, que creyeron en lo soviético como salida fueron burlados, porque al final de su vida se dieron cuenta de que en realidad todo en lo que ellos habían creído no era sino una broma, una mentira, y no hay marcha atrás. Kundera describe magistralmente cómo se siente la nostalgia y la impotencia de saberse vencido en la vida. Y es apenas su primera novela, ya quiero saber qué dicen las demás.

¡Quiero aprender a maquillarme!

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Jamás me ha llamado la atención pintarme. Quizá porque mi mamá no usa una gota de maquillaje (recuerdo que a mi papá no le gustaba) o porque sentía que me veía horrible bailando con los labios pintados de rojo en las presentaciones de jazz y tap en la secundaria. El caso es que hasta la fecha, a mis 26 años, casi nunca me pinto. Lo único que uso a diario es un poco de rímel, un delineador café para los ojos (sobre todo cuando lloro, pa que no se vean tan chiquitos mis ojos hinchados), polvo mate para no brillar (porque sieeeempre brillo) y Labello. No más.

Por eso ahora que me enteré que una mujer está causando sensación en todo el mundo con tutoriales para maquillarse en YouTube inmediatamente vi uno de los videos, para ver si alguien tan neófita como yo en ese tema podía seguirle el paso, y sí. Su nombre es Lauren Luke, es inglesa, tiene 27 años, ya es mamá y es toda una superestrella del canal de videos más visto en el mundo. Comenzó vendiendo cosméticos en eBay y revolucionó el marketing de belleza: en lugar de presentarle a sus clientes virtuales una foto del producto y su cajita ella lo usaba, lo probaba en ella, y luego se tomaba una foto. La estrategia, "Miren cómo me queda a mí, si te gusta cómpralo". Luego comenzó con los videos.

Hoy, su canal en YouTube tiene más de 254 mil seguidores y 198 videos. Vi dos en los que enseña a todo aquél que quiera verla cómo imitar un look de Lady Gaga en robot, colgado hace un mes, y la verdad es que hace ver el maquillarse taaan fácil y rápido que me dieron ganas de seguirla. Y cómo no, si su imagen es totalmente alejada de lo que estamos acostumbrados a ver en la tele, es gordita y cachetona, y en los videos que toma en su cuarto se ven en el fondo sus muñecos de peluche, como en cualquier cuarto normal.

Lauren ya tiene su propia línea de cosméticos, By Lauren Luke, que comercializa la marca Sephora, anda en tratos para hacer un libro y todas las grandes marcas en el ramo voltean a ver su trabajo para estudiarlo y entender su éxito. Les dejo acá un video sobre la visita que Lauren hizo a Nueva York para conocer la tienda de Sephora en Times Square, y ver cómo se presentan sus productos. Chequen cómo se emocionan con los comentarios de las usuarias de los productos. Esto es una bonita historia de éxito.

¿La desaparición de la prensa?

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Leo hoy que los dueños de The Observer, el periódico dominical más antiguo del mundo (tiene ya 218 años de vida), han considerado cerrarlo por sus altas deudas, que han llegado ya a 20 millones de libras, alrededor de 446 millones de pesos mexicanos.

El Guardian Media Group, dueño del dominical, posee también el diario inglés The Guardian, y tiene muy claro que primero está salvar al diario-diario que a The Observer.

En Inglaterra llevan muy bien cuantificada la crisis de los medios impresos. Tan sólo durante 2009 han cerrado 80 diarios locales por falta de publicidad.

Allá, los que antes sabían qué pasaba con la industria periodística no tienen idea de cómo pinta el futuro, y aquí, menos. Yo, que vivo hoy de esto y decidí vivir siempre que pueda de ello, me sorprendo cada vez más pensando en este tema, en cómo le afecta a la sociedad (porque le afecta, aunque no lo crean) y en cómo puedo contribuir a que a todos no se nos olvide por qué son importantes los periódicos.

Cuando fuimos huérfanos

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Hace dos semanas terminé de leer Cuando fuimos huérfanos del escritor japonés Kazuo Ishiguro. Es una novela policiaco-nostálgica con un gran e inesperado final que no entrará entre las favoritas de mis favoritas, pero sí la recordaré por haberme dado, hasta ahora, la mejor descripción de lo que es la niñez para los adultos. Muchas veces cuando recuerdo cosas de años me siento justo así, como lo escribe él:

Nuestra infancia parece tan lejana. Todo esto… Tanto sufrimiento… Una de nuestras poetisas, una dama de la corte de hace muchos, muchos años, escribió sobre lo triste que resulta. Escribió que la infancia, cuando nos hacemos adultos, se convierte en una suerte de tierra extanjera.

Ovnis en Rusia

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Pocas cosas pueden ser más materialistas que la Rusia soviética. Por eso cuando leí que habían sido desclasificados archivos oficiales en los que marinos de ese desaparecido país-continente describen sus encuentros con ovnis esbocé una sonrisa grande.

Porque según la información que se difundió había un grupo especial dentro de la marina soviética que se encargaba de recopilar información de encuentros cercanos del tercer tipo. Los que los vieron dicen que sus naves contaban con tecnología nunca antes vista –ni creada por el hombre, obvio– que podían alcanzar los 400 kilómetros por hora en segundos, que andaban con trajes plateados y, lo más importante, que generalmente estacionaban sus vehículos en el agua (pus claro, si estacionaban en tierra ¿cómo los iba a ver un marino?).

Un oficial naval con apellido de embrujo, Vladimir Azhazha, basándose en la información desclasificada, asegura que el 50 por ciento de los ovnis vistos fueron detectados en océanos y 15 por ciento más en lagos. Otro veterano, Igor Barklay, dice que se veían más en lugares donde había barcos de ellos o de la OTAN (claro, ni los ovnis podrían dejar pasar los problemas políticos). Pero lo más revelador, dicen, pasó en 1982, en el lago Baikal, el cuerpo de agua dulce más profundo de la tierra, al sur de Siberia. Según la información "oficial" tres buzos de la marina murieron a una profundidad de 50 metros por pelearse con los visitantes, "creaturas humanoides" que estaban en el fondo. Los otros cuatro que conformaban la misión terminaron malheridos, pero no muertos.

¿Esta información que significa? ¿Que dentro del estricto control soviético los verdaderos enemigos del socialismo-comunismo eran los ovnis, por eso había que seguirlos? ¿Confirma que los gringos que se la han pasado buscando ovnis en los cielos están peor que los rusos por lo menso en eso? ¿Que Putin en estos momentos está buscando como loco bases submarinas que le den la tecnología para ser el rey del mundo, o ya de perdis ganarle en popularidad a Sarkozy? ¿Que Lenin, Trotsky y hasta Stalin eran extraterrestres?

No lo sé, pero Max se hubiera vuelto a morir si se enterara de que el gobierno que acabó con sus grandes teorías, a los ojos de casi todos, andaba buscando ovnis.

La tercera es la vencida

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Si este blog no lo mantengo no tengo futuro en la red.