Una historia...

Tengo miedo de contarte, porque no sé si lo entenderás. Es la primera vez que tengo tanta conciencia del poder que me diste para moldear mi realidad sólo por haberme otorgado el lugar que ocupo desde que nací. Quizá, si te digo, me preguntarás que cuál es la diferencia de tener conciencia de eso, que tú siempre supiste que tarde o temprano entendería que los amaneceres siempre son amaneceres, que la tristeza desaparece cuando vas atrás de tu naturaleza y no al contrario y que luego viene la rabia, una rabia que te levanta a las cinco de la mañana y luego se convierte en sonrisa incluso antes de que salga el sol. Y sí, si me dices eso tendrás razón, porque ahora a veces sí veo la grandeza de su juntos y hasta las ventajas de su ahora. Y más. Todo se convierte en destellos. Como un cuento. Un cuento en el que los personajes son complejísimos, de colores, sabios, obstinados a veces y hasta amorosos a causa de sus errores y los míos. Personajes que hacen de mi vida un remolino porque me han forzado cada día a ser más yo. Y las historias, indescriptibles. Es una extraña plenitud. Y claro, ahora entiendo lo demás. Por eso cuando veías el drama, mi drama, callabas. Sólo tú sabías en lo que se convertiría ese dolor, dolor de niña, de capricho y de obstinación, de necia, esa ansiedad que todos deben pasar a su manera para entender la naturaleza de la necedad. Porque tú y sólo tú eras el que sabía el tamaño de las sombras, porque las habías creado, y sabías de las herramientas que me faltaba usar cada vez que me asegurabas con la confianza del universo que eso pasaría, que era una página y no el libro. Y lo lograste, lo lograron. Por eso, lo que sí sé que te voy a contar es el final. Ese lugar especial que crearon para mí me ha salvado, y ya sé que me salvará siempre. Mil gracias. Porque un día me desperté y tuve que aceptar, a pesar de mi nostalgia literaria y la flojera de levantarme, que soy feliz, y hasta en las tristezas y en el aburrimiento y en los corajes y en las constantes ganas de caminar hasta donde nadie me conozca mi vida tiene poesía. Eso. Vivo entre poesía como nunca. Aplausos.

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