Todas las noches es lo mismo. El calvario comienza con las luces de neón, que ya sé qué dicen, porque las he leído a todas las horas de la madrugada, con mucha y poca luz, con risas y con lágrimas... Pero las vuelvo a leer. ¡Para qué! Ya sé que después voltearé a la derecha y veré los autos en el patio gris y odiaré que sea presente. Ya sé que comienza mi estado auto... Sigo, no me detengo, porque ya no soy ahí. Le pago al taxista frente a casa en automático, me arrastro a mi habitación en automático, dejo de pensar... Ya lo sé... Y mi cabeza estalla, otra vez... Y odio con todas mis fuerzas... Todas las noches es lo mismo, y ahora quiero que un hotel sea demolido y que desaparezca de mi vida... Lo suplico, para poder dormir en paz...
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